Palabras no dichas
Estaba sentada mirando al mar. A su mente vino una sencilla pregunta:
¿A dónde van todas esas palabras no dichas?
Ante sus ojos, el cielo y el mar, que compartían el mismo color azul plateado, se ofrecieron a mostrárselo. Con el ojo de la mente, pudo ver un espacio en blanco. No sabía decir qué tipo de edificación era, solo que en él había unas puertas, también blancas cerradas.
La Habitación de las Cosas No Realizadas
La primera que se abrió fue la de las cosas no realizadas, no hechas. Una voz le susurraba: aquí están todo aquello que quisimos hacer pero no hicimos, pero seguimos añorando el no haberlo hecho. Era un espacio grande y cuadriculado. Había herramientas de carpintería, mecánica, pinturas de muchos colores, aviones de papel, postales de muchos lugares, folios y libretas en blanco, títulos de cursos de estudios no realizados ni acabados, y muchas, muchas cosas más.
La Habitación de las Palabras y Gestos No Dichos
La segunda puerta se abrió, y en ella la voz susurró: aquí están todas las palabras y gestos no dichos o hechos. La habitación estaba llena de frases como “lo siento”, “perdona”, “gracias”, abrazos no dados, ayudas no socorridas, malentendidos no aclarados, manos no dadas, caricias perdidas en el aire y de muchas, muchas cosas más. Esta era circular, sin principio ni fin, porque lo no dado tampoco es devuelto.
La Habitación del Corazón
El sonido de la tercera puerta la alentó para acercarse a ella. Tenía una forma que al principio le resultó extraña, pero que poco a poco fue reconociendo: tenía forma de corazón. Allí estaban los besos no dados, los “te quiero” no dichos, los “te amo” callados, los “te echo de menos”, los “te extraño”.
Un cambio inesperado
Notaba una sensación extraña, una frialdad interna, una corriente de frio recorría todo su cuerpo y un dolor intenso en el corazón, como si un puño lo apretara fuertemente. Quiso salir corriendo de aquella habitación, pero sus pies estaban anclados.
De repente, ante sus ojos, todo se hizo oscuro.
Dejó de sentir aquel frio, y su corazón dejó de doler.
Teresa San
La habitación de los «Te quieros» tiene licencia CC BY-NC-ND 4.0.© 2 por Teresa San
Orgullosamente impulsado por WordPress
Deja una respuesta